En los últimos años se escuchan con frecuencia términos como superpoblación, contaminación ambiental o desertificación, y todos ellos suelen ser considerados como factores responsables, en parte, del «agotamiento» del planeta.
Este «agotamiento» se traduce en la pérdida continua y constante de la biodiversidad, y en un desgaste cada año de más hectáreas de tierras cultivables. Sin embargo, a pesar de la disminución de la superficie agrícola utilizable, es necesario que el planeta sea capaz de suministrar alimentossuficientes a una población mundial que aumenta continuamente. Se plantea de este modo una situación paradójica, siendo imprescindible cuidar, preservar y aprovechar al máximo cada metro de superficie agrícolamente útil, y en este sentido la materia orgánica puede tener un papel fundamental.
Por materia orgánica se conocen a una serie de compuestos de estructuras muy diversas, procedentes de la descomposición total o parcial de células animales y/o vegetales, y que influyen directamente en las propiedades físicas y químicas del suelo. A pesar de representar un porcentaje muy pequeño del total que conforma el suelo, la presencia de materia orgánica es imprescindible para la fertilidad de la tierra y el desarrollo de los cultivos.
La presencia de materia orgánica tiene un efecto importante sobre la capacidad de intercambio catiónico del suelo, que podría considerarse como el potencial del mismo para retener e intercambiar nutrientes, influyendo directamente sobre la fertilización de los cultivos. Al mismo tiempo actúa como tampón de pH en el suelo, evitando degradación del mismo. Paralelamente, la materia orgánica evita la disgregación de las partículas de suelo y disminuye su erosión, mantiene la humedad disponible para los cultivos durante un tiempo superior, y evita oscilaciones importantes de la temperatura, todo ello a la vez que mejora la vida microbiológica, favorece la población de micro y macroorganismos activos y aumenta la biodiversidad.
De manera natural, las tierras de cultivo ya contienen una cierta cantidad de materia orgánica, pero su porcentaje varía bastante dependiendo del tipo de suelo en cuestión. Sin embargo, en la práctica totalidad de los casos la concentración de materia orgánica propia del suelo no suele ser suficiente para «abastecer» en el tiempo a los cultivos implantados en esa superficie, por lo que es muy importante realizar regularmente aportes de abonos orgánicos procedentes de materiales carbonados de origen animal o vegetal.
Con todo ello, es muy importante concienciar al sector agrícola de la importancia de realizar aportes regulares de materia orgánica en las explotaciones, que se traducirán en una mejora del suelo y en un efecto positivo para la fertilidad de las plantaciones, aumentando la calidad y el rendimiento de las cosechas. Será posible, de este modo, alcanzar una agricultura más sostenible, buscando siempre alcanzar el objetivo de producir más y mejores alimentos para poder atender las cada vez mayores necesidades, a nivel mundial.
JUAN NIETO DEL RÍO, Director-Gerente de Laboratorios ECONATUR